¿Tiene la apertura económica efectos positivos sobre el crecimiento de las economías subdesarrolladas? En Colombia es un tema que se debate desde hace algunas décadas, especialmente desde comienzos de los noventa, cuando el país adoptó una política unilateral. En el periodo más reciente se ha avivado la discusión por el cumplimiento de los compromisos del país en el marco de la OMC y  los actuales procesos de integración.

Con el fin de que el debate sea constructivo conviene nutrirlo de buenos argumentos. A tal fin contribuye un artículo reciente de Arvind Panagariya, profesor de economía de la Universidad de Maryland, en el que aporta evidencia empírica para demostrar que la apertura económica es una condición necesaria para crecer más rápido: “...virtualmente todos los milagros de crecimiento que podemos identificar están asociados con una rápida expansión del comercio antes que con políticas de sustitución de importaciones por producción doméstica” (A. Panagariya “Miracles and Debacles: Do Free–trade Skeptics have a Case?”, March 2003).

En este artículo se analizan el crecimiento del PIB per cápita y la tasa de crecimiento de las exportaciones y de las importaciones en dos periodos de 19 años (1961–1980 y 1980–1999). Los casos de “milagro” de crecimiento son los de aquellos países subdesarrollados y no exportadores de petróleo que registran tasas medias de crecimiento per cápita superiores a 3% anual en cada periodo. Por oposición a los “milagros”, los casos de “desastres” de crecimiento corresponden a países subdesarrollados con tasas medias de crecimiento per cápita negativas en cada periodo. Los resultados muestran que los “desastres” se relacionan con bajas tasas de crecimiento anual de las exportaciones y de las importaciones de bienes y servicios. En cambio, en los “milagros” las tasas de crecimiento de estas variables son superiores  a las de los países que padecieron “desastres”.

Según Panagariya, hay dos canales de transmisión básicos entre el libre comercio y el crecimiento económico: En las economías más abiertas los empresarios deben incrementar su eficiencia para competir con los mejores proveedores de bienes y servicios en el mundo. De igual forma, es necesario el acceso a las mejores tecnologías y especializarse en la producción de lo que se hace bien. Con las empresas pasa lo mismo que con los restaurantes; los mejores son los que ofrecen pocos platos.

Es preciso señalar que la apertura económica es una condición necesaria para obtener mayores tasas de crecimiento, más no suficiente. Ella se debe complementar con estabilidad y credibilidad de la política económica, reglas de juego claras y normas que garanticen el cumplimiento de los contratos. Por estas razones, es posible encontrar casos de países que no aumentan su tasa de crecimiento a pesar de estar abiertos a la competencia internacional. La experiencia de México, diez años después de celebrado su tratado de libre comercio con Canadá y los Estados Unidos, enseña que para capturar todos los beneficios potenciales que éste ofrece, es indispensable fortalecer la competitividad del país en áreas tales como cobertura y calidad de la educación,  mejoramiento de la institucionalidad nacional, una dotación adecuada de infraestructura, un buen sistema de administración de justicia, etc..

El libre comercio, por si solo, no alcanza para llevarnos a un nuevo estadio de prosperidad y progreso. La tarea compromete tanto al sector público como a la sociedad civil, y exige reformas en las dimensiones microeconómicas, que son responsabilidad de los empresarios, como al Estado en sus diferentes instancias. No es fácil pero es indispensable. Y posible si se le convierte en un gran propósito colectivo.

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