Los estudios y consultas realizados para darle adecuado sustento a la negociación con los Estados Unidos, permiten concluir que el sector agropecuario tiene un enorme potencial de crecimiento si se le garantizan adecuadas condiciones de acceso a ese mercado. Los ejemplos que ilustran esta tesis abundan.

He aquí uno de ellos. En 1995, Jaime Doronsorro se embarcó con destino a Hawai para asistir a un congreso de productores de macadamia, una nuez  desconocida en Colombia y apetecida en el exterior. En la isla visitó los cultivos y las fábricas de Mauna Loa y confirmó su propósito de montar una empresa que procesara la "reina de las nueces" en el país. Para ese entonces Doronsorro y su familia ya eran cultivadores de macadamia. Ocho años atrás habían decidido sembrar este árbol frondoso y gigantesco en el Quindío y el Cauca. Con 60 millones de pesos de capital la familia Doronsorro decidió crear la empresa Del Alba para convertir sus nueces en productos procesados que pudieran vender a buen precio en los supermercados de Estados Unidos y Europa.   Pero para exportar necesitaban alcanzar un volumen que en ese momento no tenían. Comenzaron vendiendo sus bolsas de macadamias en el país en varios almacenes de cadena. Esta nuez, reconocida en el mundo por sus cualidades saludables, era un lujo misterioso. Con todo, en 1997, su primer año de operaciones, Del Alba facturó cerca de 150 millones de pesos.

Los primeros contactos en el exterior los hizo Doronsorro de la mano del gobierno holandés que lo llevó a un curso sobre cómo exportar a Europa. El primer embarque, por 25.000 dólares, se realizó a finales de 1999. Todo salió bien. Los esfuerzos para vender a Europa continuaron, a pesar de la desconfianza que despertaba entre los posibles clientes, saber que su proveedor estaba en Colombia, un país donde la inseguridad en las carreteras y los puertos podrían determinar que, en cualquier momento, incumpliera sus despachos. Así se lo hizo saber a Doronsorro un empresario holandés a quien después de varias reuniones y con el apoyo de Proexport lograron convencer de iniciar negocios.                                                                         

Hoy Del Alba tiene cuatro clientes en el Viejo Continente y dos en Estados Unidos. En total, el año pasado exportó más de un millón de dólares y espera llegar a 10 millones a la vuelta de cinco años. Es una meta ambiciosa pero no irreal. El consumo de macadamia en Norteamérica y Japón, por ejemplo, se ha duplicado en la última década, un crecimiento que han sabido aprovechar países como Australia, actualmente el primer exportador de la nuez.

Para lograr ese objetivo, Del Alba necesita convencer a más agricultores colombianos de que, a la par con sus cultivos tradicionales, siembren árbol de macadamia. Éste tarda cuatro años en comenzar a dar frutos y 14 para que alcance su mayor producción, por lo cual los cultivadores requieren, además de paciencia y tecnología, dinero para financiar el cultivo. Finagro  otorga facilidades de crédito, que junto con la asesoría técnica de Del Alba han permitido que 30 agricultores se embarquen en el negocio. Hoy hay cerca de 1.000 hectáreas sembradas. La meta es llegar a 5.000.

"El consumo de macadamia en el mundo está creciendo rápidamente, los precios son buenos y Colombia tiene condiciones para competir", afirma Doronsorro. Sus razones contrastan con las quejas de tantos cultivadores angustiados por la baja rentabilidad de sus productos y el temor de no ser competitivos en el exterior. Pero quizás en productos como la macadamia puedan encontrar, por fin, la nuez, del negocio.

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